VIII – Herr Lehmann

agosto 23, 2009


Ciclo Imaginario de cine
“24 páginas por minuto”
o la literatura en el cine contemporáneo
La verdad es que tenía pensada otra película para esta semana. Quería terminar el cine club okupa, con una lectura, otra más, de “El amigo americano”. Esta vez dirigida por la italiana Liliana Cavani. Seguramente esta no es la obra más transgresora de la directora, pero en Ripley´s Game aparece un John Malkovich soberano, al que una le cree inmediatamente que la sangre fría, cuando aparentemente todo se ha perdido, es la única posibilidad que queda para ganar la partida. Tom Ripley es uno de los personajes de la literatura contemporánea que más me fascinan y Patricia Highsmith es mi escritora favorita. Nadie demuestra mejor los entramados de la mentira, aun de la más inocente, que esta señora. Sus libros son tratados muy útiles sobre el poder, el engaño y el ego, además de muy entretenidos. Como quién dice, nadie mejor para ayudarte a fichar al enemigo, que esta escritora americana. Será por eso talvez que sus libros son, incluidos todos los autores occidentales del Siglo XX, los que con más frecuencia se han llevado a la pantalla grande.
Pero basta, basta de lo que tendría que haber sido. En ocho semanas cambian las cosas y de momento esta nota ya no es una despedida. Se termina el Ciclo Imaginario de Cine pero permanece la ocupación. Se queda la columna en este rinconcito de la página y dado que es hasta la próxima semana, así de repente, pensé que no estaría mal invitarlos a imaginarse una película mucho más humilde, que es un testimonio más que cualquier otra cosa, sobre la vida en la República Independiente. Desde hace años y todavía, uno de los lugares con más artistas per capita de toda Europa.
Herr Lehmann, Kreuzberg, Berlin 1989, la novela debut de Sven Regener. Un chico de 29 años, sin pena ni gloria, que trabaja en un bar como mesero, para poderse pagar la vida que lleva con los amigos, iguales, igualitos a él. Es tímido, tiene pretensiones artísticas, pero la verdad es que no tiene el carácter suficiente como para buscarse a sí mismo y prefiere perderse en el limbo de la cerveza. Vive sólo y su vida es, aunque a él le cueste reconocerlo, completamente chata. Sus amigos han empezado a llamarlo Señor, porque pronto va ha cumplir 30 años y la única razón que hace que cuestione su contexto, es que se enamora de Katrin. La nueva cocinera del bar al que va todos los días y una mujer de armas tomar, que tiene muy claro quién es y lo que quiere.
Herr Lehmann está tan perdido que sólo puede reaccionar emocionalmente cuando, debido a una serie de desencuentros, termina como testigo involuntario de un beso entre Katrin y Kristall- Reiner, el tipo que todos desprecian, básicamente porque es un solitario silencioso. Por lo demás, el único vínculo afectivo de Lehmann es con Karl. Un escultor que como todos, está esperando que llegue el momento de darse a conocer. Su historia es quizá la mejor lograda de toda la película.
Karl es el único que sabe que es ser un artista, porque lo es y ya. No tiene pretensiones públicas y en ese su no tener pretensiones termina metido en un círculo de gente voluntariamente ignorante, ajena por completo al proceso creativo, más allá de las supuestas aspiraciones artísticas. La consecuencia de la incomprensión del grupo, de la negación sistemática de su trabajo por parte del contexto cercano, es una depresión crónica, que termina en una crisis nerviosa. Justo dos días antes de que se inaugure su primera muestra en una de las mejores galerías de la ciudad.
Para Herr Lehmann comienza a cambiar el mundo, cuando debe acompañar a Karl a urgencias y se da cuenta de que el psiquiatra comprende perfectamente al loco y no como paciente, sino como artista. Su reacción al salir del hospital, en su último intento de negación, es meterse de cabeza otra vez en uno de los bares y mientras bebe, la ciudad se agita. Acaba de cumplir 30 años, en la televisión puede ver como cae el Muro de Berlín y cuando sale del bar, para inmiscuirse por primera vez en lo que está sucediendo realmente, pierde de golpe y para siempre la venda que le cubría los ojos. La película no es una maravilla, pero retrata muy bien el ambientillo de mi barrio, donde cualquier mesero en paralelo organiza lecturas o exposiciones y la locura de bares como el Goldene Hahn. Un tugurio repleto de clochards, de peners cómo se los llama en Berlín, donde el que menos sabe quién es Proust o Borges o Joseph Boys. Artistas, que se han quedado colgados en el limbo y a los que el tiempo sólo les va dejando las cervezas.
Dirección:Leander Haußmann
Guión: Sven Regener
Artistas: Christian Ulmen, Katja Danowski, Detlev Buck, Janek Rieke, Hartmut Lange, Margit Bendokat.
Alemania, 2003

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