Bandera Roja

agosto 12, 2009



Un hombre mayor con gorra
cruza en su silla de ruedas
el Checkpoint Charlie
y rueda en silencio
hacia el ocaso marrón
de la calle Wilhelm.

Esta es la zona de la muerte de los viejos
dioses, que desprecian la dignidad humana,
¿festeja aquí el absurdo
su triunfo final?
O camina simplemente
el sentido de la historia
a partir de esa lógica:
¿para cambiar a la gente
hay que encerrarla?

La imaginación al poder, ¡seguro!
Bonita palabra. ¿También pensaron en
la imaginación del carcelero?
Una bandera sangra
sobre la arenisca de
esta arena
una impresión agobiante:

¿Quién conoce todavía
el nombre de los matadores?
¿de dónde venían los toros?
Cuando estuvieron satisfechos,
¿fueron felices los pueblos?
¿en general necesitan felicidad los pueblos?
¿qué hacen con
la imaginación?

Esta Alemania, mi país:
Expresionismo, Auschwitz,
el Muro. ¿Dónde estaban
los poetas,
cuando los filósofos
mezclaron el cemento?

Absurdo talvez, pero yo también
pertenezco aquí.
Mis manos
reposan tranquilas sobre la madera
muerta de la torre de vigilancia, en frente
rueda el viejo de la silla
debajo de la bandera roja
rumbo a la plaza Thälmann.

Viejo, me escucho gritar,
¡uno no puede encerrar a nadie
si no tiene nada!

Viejo, escucho rodar la respuesta
alejándose de los muros de la ciudad,
¡todas las naciones
son cárceles!

¡Por supuesto! Saludo
el alma de los anarquistas
y me largo
de vuelta a mi
arena.


en Trozki, Goethe und das Glück, Munich, 1979. Traducción RM.

1 comentarios:

Juan Soros dijo...

Tremendo poema!

 
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