Kreuzberg o muerte....

abril 16, 2009



Podrían haber gritado los payasos que valientemente se pusieron detrás de la policía para tratar de impedir que escalara la violencia en las calles del barrio el sábado pasado, cuando varios cientos de vecinos se dieron cita en algunas de las calles principales, para marchar todos juntos hasta la sub alcaldía de distrito. Ha empezado la lucha por mantener la idiosincrasia de un grupo humano heterogéneo y multicultural, en un barrio caracterizado por sus calles llenas de tiendas y mercados, llenas de objetos usados, de Punks y Dealers, turcos y latinos, alemanes y ancianos, niños y librerías feministas. “Wir bleiben alle” o “vamos todos a quedarnos” era el lema de la movilización, iniciada por una asociación de vecinos.

La verdad es que la población aquí también está aburrida de los políticos con corbata, que se han pasado por el forro los últimos tres referéndums y que siguen amenazando con sus políticas de limpieza y saneo de la ciudad, la buena convivencia de los últimos 35 o 40 años. Porque vamos a ver: es posible que mucha gente sepa muchas cosas de Berlín, del muro, de las dos Alemanias, pero la verdad es que la republica independiente de Kreuzberg ha quedado en el olvido, desde que los yuppies se han hecho cargo del único discurso valido en la historia de este país, a 20 años de la reunificación.

Hoy en día existe en Alemania estúpidamente, una fundación promovida por gente bien, que intenta reunir fondos para reconstruir el palacio real de Federico el Grande, destruido completamente en la segunda guerra mundial, contra la voluntad de varios miles de personas, quizá millones, que no vieron con buenos ojos la destrucción del Palacio de la República, el centro político de la antigua RDA, que ups… estaba justo encima de las ruinas.

Si hay algo en lo que al parecer nadie quiere pensar es que se está borrando de la historia las pruebas físicas de un pensamiento distinto al del capitalismo y es dentro de esa lógica que Berlín, la capital de la Guerra Fría, se está convirtiendo a paso lento pero seguro, en una parodia de la ciudad que quizá fue antes de la guerra.

Contra toda la tradición de la ciudad y en muchos sentidos contra sus propios habitantes, el gobierno de Klaus Wowereit, está limpiando los barrios colindantes al centro de junkies y también, por que no decirlo, de extranjeros que ya no pueden permitirse los alquileres que están implantando los especuladores inmobiliarios, tampoco los alemanes que viven aquí pueden permitírselos y este fenómeno, que es ya más que visible en lugares de la ciudad que han cambiado su población hasta en un 80% desde la caída del muro, el caso de Prenzlauerberg, amenaza con terminar de romper el milagro de la convivencia pacífica en Kreuzberg, uno de los Alephs del mundo.

Para entender la perdida inmensa que esto significaría, lo mejor es que repasemos un poco la historia de este barrio de trabajadores, que ha mantenido intacta su esencia por varios siglos. A día de hoy y a pesar de estar pegada al centro de la capital, la República de Kreuzberg no ha dejado de ser un barrio popular en todos los sentidos, sigue estando densamente poblado, sigue siendo pobre y se ha convertido en la casa de un nutrido número de proletarios de todas las nacionalidades. Otra de sus características es que es, por antonomasia además, el epicentro de la izquierda alternativa.

Dividido en dos partes , que hasta 1993 hacían referencia al código postal, la parte externa o el SW 61, era y sigue siendo, como la definiera el poeta alemán Gottfried Benn, la parte más residencial y por ende “la frontera con la burguesía” y el SO 36, la península que hasta 1989 estaba cercada por el muro, el nudo de las protestas estudiantiles en el 68 y la cede de la resistencia al capitalismo mundial de los 70`s, los 80`s, los 90`s y quién sabe si todavía.

Criminalizado por la prensa alemana, en especial por el Axel – Springer Verlag, la editorial que edita diariamente el Bild Zeitung, el periódico más leído del país, el barrio se hizo famosos o sus habitantes, por tratar de destruir precisamente una de las cedes de ese emporio mediático. Esa fue la respuesta popular y espontánea de una población indignada por el atentado contra Rudi Dutschke, el último líder y pensador anarquista del Siglo XX.

Que el barrio no ha olvidado ni quiere olvidar su tradición se ve en detalles como todos los referéndums que se han hecho en los últimos años. Los habitantes de Kreuzberg hemos demostrado yendo a las urnas y utilizando todas las herramientas que teóricamente nos brinda el sistema democrático, por mayoría absoluta, que no queremos ni Mc Donald ni MTV, ni Universal Studios ni el Studium de O2, no queremos filiales de Subway, ni queremos que talen los árboles al lado del canal para hacer paseos “seguros” ni aeropuertos privados ni un carajo de la estética de la superficie. ¡No! Ya no sabemos cómo decir mas que No. Al extremo de que está poniéndose otra vez de moda el vandalismo y es que ante los abusos continuos del jet set y esta democracia de bisutería, hasta yo estoy de acuerdo con quemar un Mercedes de vez en cuando.

 
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