Bitácora I

febrero 05, 2010


Esta carta es para mi,
Para verla en algunos meses, quizá no haga falta tanto tiempo y me sirva para tomar una decisión. Algo tiene que pasar, me siento como si estuviera embarazada.
A razón de una vez a la semana viene a verme la trabajadora social. Es una mujer que pronto cumplirá cincuenta años. Tiene el pelo rojo, muchas cicatrices en la cara, quizá lleve un ojo de vidrio.
Si fuera niña seguramente pensaría que se trata de una pirata, podría ser un personaje de Piratas del Caribe, un personaje de cuento infantil. Es muy tierna y supongo que las tardes de café en mi casa, son un cambio reconfortante en la rutina de su semana.
Es trabajadora social en Kreuzberg y muchos de sus clientes son drogadictos, alcohólicos, personas mayores y muchos jóvenes, que tienen muchos más problemas que yo. En realidad es increíble que en asuntos sociales le paguen por fungir de madre. Nuestras charlas tienen que ver sobre todo con la existencia de dios y con lo difícil que resulta envejecer como mujer emancipada. Autónoma y eso además sin perder la ternura. Una pirata tiene la cara curtida también por sonreír… y como ella, va por la vida con botas. Qué viva la república independiente!

1 comentarios:

Marco dijo...

Lindísimo texto.
SAludos.

 
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