Carta abierta a la luciérnaga de Kentish Town

abril 14, 2010





Para la Familia Goss

Que hayas nacido fue algo muy extraño. Estaba acostumbrada a ver a tu madre como a mi hermanita y tú la hiciste enorme, me obligaste a mirar a la mujer adulta con la que charlo por skype varias veces a la semana. Al principio tuve miedo de conocerte, supongo que cuando seas mujer y tengas treinta y tantos y hagas tu vida y quieras ser la mujer que quieras ser, podrás entender esto mejor. Ser la mayor no es fácil, tampoco es fácil ser distinta y tu lo eres. Sé que algún día hablaremos sobre esto y prometo que te dejaré decir lo que quieras, que intentare darte el espacio que necesites. Cuenta conmigo… no puedes imaginarte el shock piterpanesco que me produjo el parto y me alegro de que hayas llegado tarde a la cita. En mi opinión ya mostrabas tu carácter, sembraste en mi la duda. Me obligaste a imaginarte vivamente, superando mi autismo.
Tu madre siempre ha sido la persona más importante en mi vida, de muchas maneras la razón por la que yo esté aquí todavía y pueda escribirte esta carta. Ahora las dos pueblan mi ternura con una hondura incalculable.
No puedo decir que te quise nada más verte. Eras un bebe bonito, pero como todos los bebes. Olías bien, sonreías, cagabas, llorabas a todo pulmón, mientras tus padres primerizos corrían de un lado a otro, completamente Überfordert como se dice en alemán, hasta que un día tu vieja tuvo la genial idea de dejarme bañarte, meterte en la tina...
tus ojos sabes? esa inteligencia antigua, tu manera de reflexionar el contacto y mover los deditos, calculando sus posibilidades en el agua. Estabas experimentando, reflexionando, sopesando las consecuencias un par de minutos, luego me miraste a los ojos y sonreíste. Creo que es el reconocimiento más íntimo que he sentido como adulto, hasta ahora. Yo supongo que no voy a darte primos, ¿sabes?
La gente piensa que estoy un poco loquita y si fuera un personaje de tus cuentos, supongo que me parecería a una vieja un poco gorda, medio gruñona, que en realidad es buena persona, pero ni si quiera tiene un gato. Debo confesarte que regalé a Malú y eso que la conocía prácticamente desde que nació. Cualquier persona normal la habría querido, tu también, como quieres al Zed. Pero yo no, yo era conciente de sus derechos ciudadanos como gato y al cabo de un año de tener que ser la responsable, se la regalé a la sobrina de mi vecina. Soy un desastre, me gasto toda la plata en libros, espero que esas cosas te gusten y en otras cosas que mejor no te cuento, ya nos iremos conociendo y viendo como coincidimos.
A ti quiero quererte, te quiero, pienso constantemente en verte y me imagino las cosas que podría mostrarte. A veces pienso que he aprendido a hablar alemán, para poder recibirte. Esa es una parte de tu historia que tendrá que contarte tu padre. Tu familia tiene muchas cosas que contarte, no te imaginas la cantidad de coincidencias que han sido necesarias para que existas. Fue necesario que el destino empapelara las calles de toda la ciudad de La Paz.

2 comentarios:

Adriana M dijo...

Gracias!
Que bonitas palabras. Mi enana tiene suerte de tener una tia tan linda!

ptqk dijo...

Rery! que carta tan bonita ;-)

 
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