Aculliku

mayo 05, 2010


Guardo mi alijo de coca en su bolsa original de plastico verde, como un tesoro sobre la heladera de mi cocina. De vez en cuando me da la nostalgia, la cabezonería -las hojitas aquí están tan prohibidas como la blanca- y me pongo a masticar. Disfruto mi aculliku, lo saboreo despacio, me acuerdo de todos lo viajes por tierra cruzando el país. No vivo hace tantos años allá y sin embargo no se pierde el recuerdo del polvo, de los caminos sin luz, de los pueblos perdidos, esas ansias de recorrerlo entero que me llevan a cruzarlo cada vez que voy.
En mis sueños, algunas noches, hago la ruta entre Potosí y Tarija, visito los vallecitos de mi infancia, vuelvo a sentarme en la plaza de Villa Abecia, como en el mercado de Camargo, sueño con el singani casero del pago... ¡el olor de la coca es mágico! Y coca no es cocaína, nada más cierto que eso… pero para que sea reconocida como una planta fantástica deberíamos dejar de sembrarla por todas partes.

foto:http://tilcarallajta.blogspot.com/2006/06/bolivia-quiere-legalizar-el-comercio.html

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