Bitácora

marzo 25, 2010


Ya está, parió la burra y lo hizo de una manera inaudita. El estallido me ha dejado exhausta. Miro alrededor, el desorden de mi casita, la pila de platos sucios en el fregadero, mi latita de porros, mis somníferos estriados. Hay una vida al otro lado de la puerta. Hoy incluso estaba el sol, barnizando los bancos del parque. Las pequeñas florcitas violeta que han despertado en las jardineras peladas, gritan vida.
Este abril se anuncia con una fuerza inusitada, pregona semillas dispuestas a reventar en los lugares más insospechados. Cantan y la melodía es más antigua que cualquier puerto que haya conservado su nombre a lo largo de la historia. Tengo que volver a cuidar de mis macetas, volver a la calle, volverme a cagar de risa con la gente.
De la pregunta: ¿Por qué escribo?: “(…) esa necesidad de escribir tiene otra fuente y esa es la comunicación. Nadie quiere estar solo, uno quiere saber si los otros se sienten igual frente a los problemas de nuestro tiempo, a las preguntas de nuestro tiempo. Pero quizá al principio está la ingenuidad de querer hacer algo, de jugar".
Max Frisch

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