Selecciones Afectivas

febrero 09, 2009


Todo comenzó cuando nos conocimos en el Goldene Hahn, Marianen Platz en Berlín Kreuzberg. Invierno de 2007, una noche Katchenke[1] básicamente latina. Rother es normalmente el anfitrión, el mago maestro de ceremonias de la literatura en español del SO36. El sector noroeste de la provincia. En esa ocasión el invitado de honor era El Profesor, que acababa de llegar de Buenos Aires con una beca de investigación. Con él llegaron varios libros y una revista, era un camello. Un típico dealer de brolis latinoamericano, que venía a quedarse tres meses.
Comenzamos a hablar, nos identificarnos y después de intercambiar figuritas, empezamos a discutir sobre el estar aquí y el estar allá y el estar en todos lados a un tiempo. Cosa que pasa con frecuencia, cuando una viene del otro lado del charco y que se ha agudizado en el tono, desde que la Comunidad Europea se puso intransigente con su política de migración. Por otro lado los tres tenemos un ordenador y los tres nos sentimos -al igual que todos los poetas que integran esta separata, así como todos los que la integrarían si tuviéramos más espacio o aquellos que hubiéramos podido contactar de haber sabido donde estaban o los que se encontraron en Teruel este septiembre[2]- de viaje y retransmitiendo con el Sur.
Pertenecemos a la generación de los que han preferido hacerse gamba[3] y ha optado por volverse adulta buscando en Google. Nosotros nos enchufamos a la red y nuestro mundo virtual es seguramente casi tan real o mucho más real que ese que se abre cuando salimos de nuestras casas, a la mañana.
On-line somos iguales en la medida de nuestra curiosidad. Fuera no, por lo menos no para la fracción de la diáspora que vive aquí. Aquí somos Latinos, afuera espera el Borderline o en el mejor de los casos la tienda de Bisutería, la oficina de traducción, los amigos que están igual y los otros que ni se enteran de la experiencia del Síndrome de Ulises. Casi nadie consigue el Crossover, quedarse en el oder seide, ¿you now? –cómo diría Cantínflas- a sus anchas, es tan difícil. El intento te puede causar un cáncer a lo largo de una vida de vigilante de museo, en solitario, con tus poemitas a cuestas. A quién puede sorprenderle que Arturo Belano se haya convertido en nuestro James Dean. De alguna manera, nosotros también estamos aquí porque somos detectives de homicidios. Si en algo coincidimos como generación, indistintamente de nuestro lugar de residencia, es en el anhelo individual de poder “volver solo, de noche, a la escena del crimen, y no asustarse de los fantasmas”[4], algo que no es de extrañar si tenemos en cuenta nuestra historia colectiva más reciente.
Escribe Timo Berger en su Laudatium para la entrega del Premio Anna Seghers 2007 otorgado al escritor argentino Fabián Casas “Tanto en sus textos poéticos como en los narrativos, Casas consigue construir metáforas a partir de escenas sueltas, capaces de capturar y transmitir el sentimiento de toda una generación. Esa generación a la que le toco en suerte ser hija de la dictadura militar (1976- 1983) y que después de la “guerra sucia” de la Junta contra la propia población, empezó a preguntar: ¿Que sucedió? Y: ¿que ha quedado de los grandes planes y sueños de la izquierda brutalmente masacrada?”. El poeta alemán se refiere específicamente a la Argentina, pero es evidente que esa tipificación generacional es aplicable a prácticamente todo el continente. Por eso no es raro que Fabián Casas a la fecha haya ganado casi todos los premios de poesía “alternativos”, por llamarlos de alguna manera, en América Latina.
Es innegable que ese: ¿Qué sucedió? Es un cuestionamiento decisivo y latente en los nacidos entre 1970 y 1980 –años más, años menos-, con carácter casi de inevitable o de descreimiento existencial. Tal vez porque fue aprovechado desde las esferas de poder, a través de los medios de comunicación privados y de los partidos políticos en la campaña de reeducación en el sistema. Una vez superada la necesidad global de los gobiernos dictatoriales, tanto en América Latina como en Europa.
Es como si el existencialismo práctico llegara a este lado del mundo, con los movimientos civiles. La reacción natural de la sociedad ante la presunta ignorancia doméstica de la violencia vivida, que tuvo como consecuencia una transición democrática tránsfuga e irresponsable, ajena a la cultura de nuestros países y organizada según las leyes de un mercado “libre”, que no ha sabido en ninguna parte del mundo resolver las cuestiones vitales del individuo, mucho menos responder a su curiosidad.
No nos quedaba otra que dejarlo todo y lanzarnos nuevamente a los caminos[5] para intentar entender qué fue lo que paso. Por qué si como grupo humano llevamos sosteniendo una metáfora libertaria 200 años o más – con seguridad el contrabando de imprentas y textos es una de las primeras desobediencias civiles latinoamericanas- ocurre que libros equivalentes a aquellos que en los 70 eran subversivos, a partir de los años 90 se hayan convertido en impagables.
Hoy en día en países como Bolivia, cualquier libro puede ser más caro que el salario mínimo, por no poder, no se pueden ni robar. No hay donde elegir. Cada vez hay más lectores potenciales, pero con “el mercado” en manos de las multinacionales del rubro, prácticamente ha dejado de circular el libre albedrío. Así que nuestra izquierda o es rica o vive de Best sellers o está en el Norte y en cualquier caso tiene dialers, para la curiocidad las cosas se ponen cada vez más difíciles.
El transito, como utopía migratoria de movilidad, que prometía superar las fronteras físicas para asegurar una comunicación entre las partes, se ha convertido en el estado espiritual del sujeto. Parafraseando al poeta chileno Eduardo Fariña: en un fenómeno individual, sumergido en el colectivo real de la Diáspora[6], cada vez más criminalizado en Europa.
Hoy, quien sabe si peor que antes, la relación con los libros en nuestros países sigue siendo en muchos sentidos clandestina y esa censura mercantil del pensamiento es algo que se expande, como la marea negra, a todo occidente. Los latinos curiosos somos los huérfanos no reconocidos de una cultura que lleva décadas viéndose a sí misma como una dictadura del entretenimiento.
Dónde antes “únicamente la literatura podía poner al desnudo el mecanismo de la trasgresión de la ley (sin cuya trasgresión la ley no tendría finalidad) independientemente de un orden que hay que crear”[7], hoy la “coexistencia humana se ha instaurado sobre fundamentos nuevos. Estos son –como se puede demostrar sin dificultad- decididamente post-literarios, post-espistolográficos y en consecuencia post-humanísticos[8], a nadie puede sorprenderle que principios como: democracia, libertad, derecho, estén totalmente tergiversados en ambos hemisferios.
Así pues, allá y aquí, sin los dialers no tendríamos amigos y sin amigos sería imposible encontrar a nuestros semejantes. La gran mayoría de los libros de poesía en nuestro idioma están fuera de las redes de distribución o no pueden exportarse y para colmo, muchos de nuestros poetas se camuflan en otros sectores de servicios tratando de mantenerse a flote entre los límites de La Fortaleza. Las selecciones afectivas son, en última instancia y en nuestro idioma, las únicas puertas abiertas para el intercambio y la curiosidad.
Me gustaría agradecer a Rodrigo Galarza, Miguel Ildefonso, Rocío Cerón, Alejandra del Río, Paula Repetto, Marina Tapia, Luís Martínez de Letras.s5, Juan de Dios García del Coloquio de los Perros, a los chicos de “La Piedra en el Charco” en Zaragoza, a la Latinale en Berlín, a Europalatina en Francia, a Ecos en Bélgica y a todos los amigos que hicieron posible esta mini antología de la diáspora latina.
[1] Noches espontáneas de desmadre etílico y poesía en Berlín.
[2] http://www.lapiedraenelcharco.blogspot.com/
[3] Modismo boliviano para señalar a las personas que han o se disponen ha abandonar el país.
[4] De la entrevista Estrella Distante (última entrevista a Roberto Bolaño), por Mónica Maristain en: http://www.pagina12web.com.ar/suplementos/radar/vernota.php?id_nota=843&sec=9
[5] Primer Manifiesto Infrarealista, Roberto Bolaño, México, 1976. http://manifiestos.infrarrealismo.com/primermanifiesto.html
[6] Una visión general del impacto social de la Emigración en: Yrizar, Barbosa, Guillermo; El Estado acercándose a la diáspora: Políticas Emigratorias en el Siglo XXI http://confines.mty.itesm.mx/articulos6/YrizarG.pdf .
[7] Ver: „La Literatura, La Libertad y la Experiencia Mística” en Una Ceremonia Expiatoria. En Georges Bataille, La Literatura y el Mal, Taurus Ediciones, Madrid, 1981. Pág. 29
[8] Peter Sloderjk, Normas para el Parque Humano, Editorial Siruela, Madrid, 2000. Pág.28

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que lindo texto, te adoro!

Anónimo dijo...

Nunca leii una cosa tan livian y tan profunda a la vez! Te pido más!

Da capo!!!

Anónimo dijo...

Rery, para mí es Cachengué y viene de la selva amzonica: una droga natural...!!!

Rother

 
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