VI. Persépolis

julio 29, 2009


Ciclo Imaginario de cine
“24 páginas por minuto”
o la literatura en el cine contemporaneo


Todavía recuerdo el día que fui a ver esta película. Estaba con la Niko, era un lunes, un Blaue Montag cómo llaman algunos cines al día de descuento y entramos en el FSK. El cine que está en Oranienplatz, en el mismo centro de la provincia de Kreuzberg. Uno de los lugares clave de mi Heimat.
Me encanta esa palabra alemana, porque podría sonar turca también y señala el sentido de pertenencia a un espacio físico determinado. Por eso puede ser un pueblo o un país, pero también un paisaje o una región, incluso un idioma. Ese es el uso que le da al menos uno de los críticos literarios más conocidos del alemán y un sobreviviente judío del Getho de Varsovia: Marcel Reich-Ranicki. Leí en una entrevista que es su amor al idioma alemán y a la literatura alemana, él que le dio la fuerza necesaria para, de alguna manera, ser capaz de ayudar a reconstruir la cultura de este país después de la guerra. Él se quedó aquí a pesar del Holocausto, concentrando toda su pasión en los libros que habían quemado los nazis. Quería probarse a si mismo tal vez, que la barbarie es sólo una de las posibilidades de cualquier cultura. Yo creo que Reich-Ranicki leyendo, como crítico y como víctima, demuestra con su vida un valor admirable. Aceptó hacerse responsable de la construcción de un camino común, ayudando honestamente a rescatar lo rescatable.
¿Qué pasa cuando ya no quedan libros? ¿Cuándo un autor debe renunciar a su idioma y a la dimensión geográfica para poder hacerse responsable de ese camino común? ¿Cambia el sentido de Heimat? Esa fue una de las dudas intelectuales más importantes después de ver Persépolis. Yo no sé cómo habría narrado Marjane Satrapi su autobiografía si no hubiera tenido que hacerlo en francés y ante un público ignorante. Si hubiera podido comunicar directamente con el pueblo sobre el que habla ¿cómo lo habría dicho?
La autora tiene un gusto finísimo para guiar al espectador a través de la historia de su país y la de su familia, pero también para mostrar la fragilidad del emigrante. Su mundo sin contexto, en medio de una sociedad indiferente y hostil, que no sólo está lejos de ser perfecta, sino que cada vez está más lejos de los valores que teóricamente representa.
La transformación que sufre el concepto de “occidental” a lo largo de la película es fantástica. Satrapi hace que sea un adjetivo para caracterizar a su familia en Irán. Son ellos los que están conectados con el mundo y son los que encarnan los principios de modernidad y además, los que por generaciones han sido activos en la discusión del destino de su país. Después cuando con 14 años tiene que irse a Viena para escapar de la guerra y de la revolución islamista, lo occidental se transforma en la frontera natural para diferenciarla de sus semejantes. Pasan los otros a ser occidentales y ella es tan extraña en ese mundo supuestamente abierto, que termina volviendo a Irán. Sólo para darse cuenta años más tarde ya en Teherán que se tiene que volver a ir, porque lo occidental es en resumidas cuentas, pura cuestión de fe. Producto del sincretismo de distintos principios éticos que ponen al individuo en el centro de la cultura a finales del Siglo XX, entre dios, Marx y el feminismo.
Satrapi corre el riesgo de encarar Heimat como un concepto cultural, que rebasa las fronteras geográficas, las razas, los idiomas y pone al descubierto a los millones de personas en la periferia del “mundo civilizado” que comparten los valores sociales de Occidente, es decir que son occidentales, pero que no son reconocidos por Occidente más que como un factor estabilizador del sistema económico y si, la extranjería cambia la idea de pertenencia. Lleva a la gente a crearse mapas ficticios en los que Heimat es una calle de Berlín que termina en el lago Titicaca o la brisa del mar Caspio corriendo por París y si, pertenecemos a una generación además, a la que casi le resulta imprescindible cambiar de idioma para poder hacerse cargo de la construcción de un camino común en sus lugares de origen. Según últimos datos de Naciones Unidas 200 millones de personas han abandonado sus países en los últimos 20 años. En los últimos diez, por primera vez en la historia de la humanidad, somos prácticamente la mitad de los migrantes chicas. Las remesas que envían a sus casas l@s caminantes, son para muchos países más importantes que las sumas que perciben en concepto de ayuda para el desarrollo, físico y espiritual.
Esta película tiene muchas lecturas posibles, está es sólo la menos común de todas ellas. En cualquier caso vale la pena verla. Demuestra que la novela gráfica es un gran género literario y que hay historias que, para soportar el drama, es mejor verlas en dibujos animados.

Dirección y guión: Vincent Paronnaud y Marjane Satrapi
Animación: Cecile Dubois-Herry, Christian Desmares, Damien Barrau, Florian Fiebig, Jung Wang, Nathalie Mathé, Pascal Chevet, Thierry Peres
Francía/ USA, 2007

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