Subdesarrollo y felicidad

septiembre 04, 2011



Niza. Ya tres veces aquí
y siempre de paso en casi 15 años
de accidentes por Europa. Hoy una noche
de sábado caliente y la impresión de estar sentada
en la terraza de algún bar de Equipetrol.

Todavía tengo en la piel
el sol seco de mi casa.

La Provence y este tren que
llega con retraso para que
pueda pedirle un deseo a las estrellas
fugaces de la Costa Azul.
Seré vieja entre Avignion y Niza,
¿quién lo diría?

Mejor todavía,
voy a morirme entre los santos medievales
de las colinas, viendo los campos
cargados de duraznos,
la uva,
Este escenario paliativo al pago,
por lo menos una vez al año,
con la tortuga y la luciérnaga
persiguiendo lagartijas, en esta familia
paliativa. Una cooperativa para las
vacaciones de los niños que quiero.

Por eso la Pirata Verde y yo
dejamos nuestra ofrenda
en los rincones secretos
de Joucas y Gordes,
ahora lo comprendo,
sentada en una esquina fresca
del Boulevar de Gambetta.

Doña Luz acompaña el recorrido
de esta pequeña revolución de
caracoles y es el instinto el que llama a la
vendimia. El gen. En un idioma feliz y
sordomudo aprendemos a ser nómadas,
generación tras generación,
oyendo música,
superamos las barreras de los rumbos,
esas eventualidades que nos conmueven
en lenguas tan diferentes,
en ciudades tan distintas.
Nos miramos a los ojos y en el
alma suenan los erquis inmutables,
vuelven a la mente esos otros lugares
San Isidro, Sola, el Rincón de la Victoria.
Camargo, Villa Abecia,
esas otras colinas de la capital de la sonrisa
que llevamos en las venas, como
una infancia feliz y patapila,
con las mejillas a la brisa de la tarde.

2 comentarios:

Adriana M dijo...

El gen tambien lo tenian los caracoles que andaban tan dormidos que parecian muertos y se despertaron en un cuadro de Dali...encima de la computadora

Rery Maldonado dijo...

jajaja... la vuelta una novela en portugués, al parecer el idioma de mis personalidades con más suerte. Te quiero mucho!y no te olvides de mandarme esa foto

 
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