las aguafuertes de Bernard Schultze
en el 68 se ven como los dibujos
que hacían los changos en el
colegio de curas el 90
en el verde, en el rojo y en el azul
de las lapiceras pylot
compradas por sus viejos con otros fines
se despereza un mundo
de minotauros, cibors, migofs
que alertan las pupilas
aun escondidas
y afilan los colmillos
los músculos adquieren
la masa de los sueños en un
colash de deseos simbólicos
y pesadillas
formando sobre el cuerpo
el mapamundi de los pelos
recién inaugurados
basta mirar con atención para
entender en un rincón una vagina
y en el conjunto la utopía
de un mundo libre
ajeno a la mirada estricta del controlador
del gran hermano
Berlin, 2008.
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