marzo 06, 2010


Pienso en el 5 de marzo. Fecha ilustre, que proclamo como efeméride de la independencia de mi minoría étnica en la ciudad de Berlín. La de los vertebrados razonables que no tienen donde caerse muertos. Salí tarde en la noche, para ver el concierto de unos amigos en un club de Friedrichshain. Caminé hasta Hallesches Tor, tome el metro rumbo a Warschauerstr…fue un paseo por mis lugares de la ciudad, tiritando de frío. Otra fiesta de autistas.
Por la tarde se encendió una luz. A veces la primavera empieza con una sola llamada de teléfono, con un mail, con alguien que sonríe en medio del aturdimiento o de la nieve. Los hilos que se entretejen en el atrapasueñios de los lugares insospechados. Como cuando vas al parque a pillar y otro consumidor te propone regatear juntos, para que el extra sea más jugoso. Todos los dealeres y tu, saben que es el poli de paisano haciendo su ronda y quizá él piense que tu eres la loca de mierda. Ya nos hemos visto en el parque muchas veces, es la primera que hablamos,vamos a encontrarnos varias más. Estamos Undercover los dos y de acuerdo en muchas cosas, al despedirnos nos damos la mano. El extra es jugoso, la tarde tranquila. Con un especial de música afro latina en radio 3. De comer: sándwich de atún. La República Independiente empezando a oler a primavera, los junkies de los castaños tiritando con el mono que les da el posible aire tibio. Podía volver a soñar, volver a construir castillos en el aire. Puentes de palabras a falta de teletransportadores. El día, una verdadera hora cívica antes del primero de mayo.
El pasado con ritmos tropicales, el futuro en Kotti, con ritmos tropicales también. Ya cualquiera baila cumbia. Cumbia…Cocteau, Cousteu, Artou, ach….Tarara, tarara, me hizo daño, ajua ergo seguimos estando con vida.

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